¿Qué es la hepatitis A?
La hepatitis A es una infección contagiosa del hígado causada por el virus de la hepatitis A (VHA). La hepatitis A también recibe el nombre de hepatitis infecciosa.
¿Cómo desarrolla la gente la hepatitis A?
La hepatitis A se contagia principalmente a través de las heces de quienes están infectados. Es posible que alguien se contagie al comer, beber o tocar algo (como pomos de puertas o pañales) contaminado por heces infectadas con el virus de la hepatitis A. Las guarderías son lugares donde se declaran brotes de esta enfermedad con frecuencia.
Las personas también pueden contagiarse por el contacto estrecho; por ejemplo, al mantener relaciones sexuales o compartir agujas. Una persona puede contagiarse si vive con alguien que está infectado. El virus se transmite fácilmente entre quienes viven hacinados y con condiciones sanitarias precarias.
El virus de la hepatitis A puede permanecer en las heces del paciente durante varios meses después de haber padecido la infección, sobre todo si se trata de bebés y niños pequeños.
Desde que disponemos de una vacuna contra la hepatitis A segura y muy efectiva, las infecciones son menos frecuentes en los Estados Unidos y otros países desarrollados que cuentan con buenas condiciones sanitarias y de vida.
Quienes no hayan sido vacunados contra la hepatitis A pueden recibir la inmunización si cumplen las siguientes condiciones:
- viven o viajan a lugares en los que el virus es frecuente (sobre todo en países en vías de desarrollo y malas condiciones sanitarias)
- vive con o cuidan de una persona infectada
- consumen drogas ilegales.
- mantienen relaciones sexuales con una persona infectada por el VHA
¿Cuáles son los signos y los síntomas de la hepatitis A?
La hepatitis A puede ser una infección leve, sobre todo en niños de menos de 6 años de edad. A veces, las personas no tienen síntomas y ni siquiera saben que han tenido la infección. Quienes no tienen síntomas pueden contagiar a otras personas.
Cuando sí hay síntomas, estos suelen empezar entre 2 a 6 semanas después de que el paciente se exponga al virus, sobre todo en adultos y en niños mayores de 6 años. El virus de la Hepatitis A puede causar vómitos y diarrea, así como fiebre, pérdida del apetito, orina (pis) más oscura de lo normal, ictericia (cuando la piel y el blanco de los ojos adquieren una tonalidad amarillenta), dolor en las articulaciones y dolores abdominales.
¿Cómo se diagnostica la hepatitis A?
Si es necesario, los médicos pueden hacer un análisis de sangre en busca de anticuerpos de HVA y para comprobar el funcionamiento del hígado. Muchas infecciones leves por el VHA pasan desapercibidas.
¿Cómo se trata la hepatitis A?
Para tratar la hepatitis A, no se utilizan medicamentos específicos. La infección desaparece por sí sola.
En contadas ocasiones, la hepatitis A puede causar insuficiencia hepática. Si este es el caso, es necesario recibir atención en un hospital y, en algunos casos, incluso se requiere un trasplante de hígado.
¿Qué ocurre después de una infección de hepatitis A?
A diferencia de lo que ocurre con otros virus de la hepatitis, la hepatitis A raramente provoca lesiones hepáticas a largo plazo. Las personas suelen mejorar en un par de meses, pero algunas se sienten enfermas durante hasta 6 meses.
Después de recuperarse, la persona será inmune al virus durante el resto de su vida.
¿Se puede prevenir la hepatitis A?
Sí. Se recomienda que todos los niños mayores de un año reciban la vacuna contra la hepatitis A. Reciben una primera dosis cuando tienen entre 12 y 23 meses, y una segunda dosis después de transcurridos 6 meses, como mínimo. Si se vacuna a muchos niños pequeños contra la hepatitis A, se puede limitar la propagación de esta enfermedad dentro de la comunidad.
La vacuna se puede administrar tan pronto como a los 6 meses de edad a bebés que tienen que viajar a un lugar donde la hepatitis A es frecuente (seguirán necesitado las vacunas de rutina a partir de su primer cumpleaños).
También se recomienda vacunar a niños mayores, adolescentes y adultos que nunca recibieron la vacuna.
Una buena manera de prevenir la hepatitis A y otras infecciones es lavarse las manos con frecuencia, en especial después de ir al baño, cambiar un pañal o antes de comer o preparar la comida.