Cáncer: readaptarse a la vida familiar y escolar
Volver a conectar con la familia y los amigos
Si acabas de pasar mucho tiempo internado en un hospital, te hará mucha ilusión ver a todos tus amigos. Pero es posible que tengas muchas preguntas. Como: "¿Me tratarán mis amigos igual que antes?" "¿Podré seguir el ritmo de la clase?" y "¿Podré volver a hacer deporte?"
Es posible que también te preocupen algunos aspectos de la vida familiar. ¿Cómo reaccionarán mis hermanos? ¿Serán mis padres demasiado protectores conmigo? ¿Y si tengo que depender de mis padres más de lo que me gustaría?
Todas estas sensaciones y emociones son completamente normales. La mayoría de los adolescentes que han tenido largos internamientos hospitalarios vuelven a coger el ritmo de las cosas sin problemas. Solo necesitan un poco de tiempo y de paciencia.
Volver a la rutina
En el hospital, lo más probable es que echaras de menos las rutinas cotidianas que seguías en casa: todo, desde oír el despertador por la mañana y tomar el autobús hasta oír cómo te llaman por la noche para cenar. Las rutinas, por muy sencillas que sean, nos van bien porque nos ayudan a estructurar nuestras vidas. Nos permiten saber qué esperar.
Por eso, es una buena idea intentar volver a la rutina lo antes posible. Volver a asistir a tu centro de estudios te ayudará automáticamente a adaptarte a la rutina, pero también hay otras formas de conseguirlo. Por ejemplo, puedes:
- empezar a asumir algunas tareas domésticas (siempre y cuando puedas llevarlas a cabo desde el punto de vista físico).
- empezar a responsabilizarte de tus cuidados, aprendiendo a cambiarte un vendaje o acordándote de tomar tus medicamentos cuando te toque.
- llevar un registro de tus visitas médicas
El hecho de que te fijes unas expectativas realistas sobre ti no significa que no puedas aceptar un poco de mimos de vez en cuando. Eso también forma parte del proceso curativo.
Volver a tu centro de estudios
Probablemente habrás pasado bastante tiempo preguntándote cómo será ese primer día de vuelta a las clases. Lo mejor es que esperes que ese día sea tanto emocionante como un poco agobiante.
Por suerte, hay gente que te puede facilitar la transición a la vida escolar. En cuanto se establezca la fecha de tu vuelta a las clases, el equipo médico que te lleva, junto con tus padres, podrá trabajar codo a codo con tus profesores, la enfermería, el orientador escolar y el director del centro para determinar qué necesitarás para estar cómodo y seguro, así como para rendir en tu centro de estudios.
Es posible que te resulte más fácil empezar poco a poco. Puedes empezar haciendo breves visitas a tu centro de estudios. O ir al centro solo un par de días a la semana o incluso medios días, lo que te vaya mejor. Para tener un apoyo moral extra, los primeros días es mejor que entres en el centro con un amigo tuyo.
Puesto que el tratamiento del cáncer puede afectar a tu forma de aprender, pensar, sentir y actuar, es posible que te des cuenta de que necesitas un poco de ayuda adicional, sobre todo al principio. Si estás teniendo problemas de concentración, de memoria o en las habilidades motoras finas (como escribir a mano), haz que tus padres y profesores lo sepan para que te puedan ayudar.
Hay adaptaciones especiales que pueden ayudar, como las siguientes:
- disponer de un equipo especial
- tener más tiempo para acabar las tareas
- recibir ayuda en determinadas actividades físicas
- tener períodos de descanso a lo largo del día
- recibir clases particulares o clases de apoyo
No te avergüences si te recomiendan alguna de estas cosas. Su función consiste en ayudarte a rendir al máximo en tu centro de estudios.
Tu centro de estudios puede encontrar formas de incluirte en las actividades del centro, como el deporte, las asociaciones o los clubs. Habla con tu médico sobre qué actividades puedes practicar y cuáles no. Si algunas cosas (como los deportes de contacto) no son recomendables para el momento que estás atravesando, participa de otras formas como, por ejemplo, encargándote de llevar la puntuación en los partidos o convirtiéndote en el ayudante del entrenador. Pregunta por otras actividades que podrías encontrar interesantes.
No permitas que tu deseo de "ir a por todas" te impida escuchar a tu cuerpo. Si estás demasiado cansado para ir a una cafetería o dar un paseo por el centro comercial con tus amigos después de las clases, no te fuerces. Vuelve a casa y descansa; ya harás cosas con tus amigos otro día, cuando realmente te apetezca y te sientas con fuerzas.
Si alguna vez no te encuentras bien o crees que podrías tener fiebre, informa a tu profesor o a la enfermería de tu centro de estudios inmediatamente. Informa también a tus padres. Cuanto antes afrontes un problema de salud, como una infección, mejor te encontrarás después.
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Relacionarte con tus amigos
Cuando una persona vuelve a su centro de estudios después de una larga ausencia, es posible que se convierta en el centro de atención. Esto puede ser más difícil de soportar si el cáncer y su tratamiento han cambiado bastante tu aspecto físico. Si te sientes acomplejado porque has perdido o ganado peso, intenta ponerte ropa que sea de tu talla, que te resulte cómoda y que te siente bien.
Si has perdido el cabello, haz lo que te parezca que es más adecuado para ti. Tal vez prefieras no llevar nada en la cabeza. O tal vez te vaya el estilo de llevar sombreros, fulares, pañuelos o bufandas, o de ponerte una peluca que te favorezca.
Lo más probable es que tu familia y tus amigos sean tu principal apoyo en estos momentos. Pero, como ya habrás descubierto, no todos los amigos son iguales. Algunos siempre estarán a tu lado, pase lo que pase. Cuando vuelvas a tu centro de estudios, es posible que llegues a la conclusión de que no merece la pena invertir tiempo ni energía en algunas personas que antes formaban parte de tu círculo de amistades. También es posible que haya otras personas que deseen ayudarte pero no sepan cómo.
Hablar con tus amigos sobre el cáncer puede ayudarlos a entender todo por lo que has pasado. Si te sientes cómodo explicando detalles sobre tu experiencia, ¡genial! Pero, si no es así, es perfectamente correcto que digas: "Ahora no tengo ganas de hablar sobre ello" y/o que cambies de tema. Se trata de una elección completamente personal. Tus verdaderos amigos aceptarán cualquier decisión que tomes.
Afrontar el estrés
Cuando atraviesas un problema de salud como un cáncer, es posible que las cosas no sean exactamente como antes de la enfermedad. Has pasado por cambios físicos y emocionales que la mayoría de tus amigos y familiares no han experimentado. No es de extrañar que, cuando vuelvas a casa, te encuentres una "nueva normalidad".
O sea que tómatelo con calma mientras averiguas qué es lo más adecuado para ti. Si te encuentras con obstáculos en el camino, como estar estresado, tener problemas para conciliar el sueño, tener dificultades en las clases o inventarte excusas para no asistir a tu centro de estudios, habla con alguien sobre ello. Tus padres, el orientador de tu centro de estudios y tu médico son personas que quieren verte bien y que saben cómo obtener la ayuda que necesitas para adaptarte a tu nueva normalidad.
También es posible que quieras probar en tu casa algunas actividades que te ayudarán a afrontar y asumir tus emociones. Llevar un diario, dibujar o pintar o hacer un álbum de recortes son formas muy adecuadas de ponerte en contacto con tus sentimientos. También te pueden ayudar a ver lo lejos que has llegado en tu camino de vuelta a la salud.
Contactar con un grupo de apoyo (sea por internet o en persona) también es una buena forma de compartir tus miedos y preocupaciones con otros adolescentes que saben exactamente cómo te sientes. Tal vez conozcas a gente en el hospital que ya ha pasado por esta experiencia o que la está viviendo al mismo tiempo que tú. Tiéndeles la mano. Probablemente, ellos se podrán beneficiar de tu apoyo, del mismo modo que tú sacas partido del suyo.
Es posible que te cueste un poco de tiempo, pero las cosas seguro que van a mejorar. ¿Y quién sabe? Una vez descubras tu nueva normalidad, ¡tal vez compruebes que incluso te gusta más que tu antigua normalidad!