¿Qué son los ojos y cómo funcionan?
Con tan solo una mirada, los ojos colaboran con el cerebro para indicarnos el tamaño, la forma, el color y la textura de un objeto. Nos indican cuán cerca está, si está quieto o se nos está acercando y cuán deprisa se está moviendo.
Solo una parte del ojo es visible en la cara de una persona. El ojo (el globo ocular) tiene aproximadamente el tamaño y la forma de una pelota de pimpón.
Todas las partes del ojo son extremadamente delicadas, así que nuestros cuerpos tienen varias formas de protegerlas. El globo ocular se asienta en la cuenca del ojo (también llamada "órbita") dentro del cráneo, donde está rodeado de hueso. La parte visible del ojo está protegida por los párpados y las pestañas, que ayudan a que la suciedad, el polvo e incluso la luz fuerte y nociva no entren en su interior.
Los ojos también están protegidos por las lágrimas, que los lubrican o humedecen, al tiempo que eliminan la suciedad, el polvo y otros agentes irritantes que traspasan la línea de defensa de las pestañas y los párpados. Las lágrimas también ayudan a protegerlos de las infecciones.
Cada vez que parpadeamos, nuestros párpados extienden una capa de mucosidad, aceite y lágrimas por toda la córnea, que cubre la parte anterior del ojo. Las glándulas lagrimales, situadas en la esquina superior externa de cada cuenca ocular, fabrican lágrimas que, después de humedecer los ojos, fluyen hacia los conductos de los párpados. Estos conductos drenan al saco lagrimal, una bolsita situada en la esquina inferior interna de cada cuenca ocular. Después, las lágrimas salen del ojo a través de un conducto que llega hasta la nariz.
Para ver, tu ojo se tiene que mover. Hay seis músculos extraoculares que rodean el globo ocular y que actúan como los hilos de una marioneta, moviendo el ojo en distintas direcciones. Los músculos de cada ojo normalmente se mueven al mismo tiempo y esto permite que ambos ojos permanezcan bien alineados.
¿Cómo vemos?
La pared del globo ocular tiene tres capas, como si se tratara de las capas de una cebolla:
- La esclerótica es la capa protectora. Este tejido, duro y fibroso, rodea el globo ocular y está unido a la córnea, que es la superficie transparente de la parte anterior del ojo. Lo que vemos como el blanco del ojo es la esclerótica. Encima de la esclerótica, se encuentra la conjuntiva, una capa de piel transparente que impide que el ojo se reseque.
- La coroides es la capa intermedia que contiene los vasos sanguíneos que distribuyen oxígeno y nutrientes a las partes internas del ojo.
- La retina, la capa más interna de las tres, recubre el interior del globo ocular. La retina es una capa de tejido nervioso blanda y sensible a la luz. El nervio óptico envía señales desde la retina hasta el cerebro, que las interpreta como imágenes visuales.
El espacio que hay en el centro del globo ocular está lleno de un material transparente de aspecto gelatinoso llamado humor vítreo: Este material permite que la luz llegue hasta la retina. También ayuda a mantener la forma redondeada del ojo.
La visión es el proceso mediante el cual el cerebro interpreta las imágenes captadas por el ojo, y la parte visible del ojo es donde se inicia este proceso. En la superficie anterior del ojo, se encuentra la córnea, que es transparente y tiene forma circular. No puedes ver la córnea de una persona de la forma en que ves la parte coloreada del ojo que tiene detrás; la córnea viene a ser una ventana transparente que enfoca la luz sobre el ojo.
Detrás de la córnea, hay un líquido llamado humor acuoso. La córnea y el humor acuoso forman una lente externa que refracta (dobla o cambia de dirección) la luz que llega al ojo. Es aquí donde tiene lugar la mayor parte del enfoque que hace el ojo.
La membrana circular coloreada del ojo que se encuentra justo detrás de la córnea se llama iris. El iris regula la cantidad de luz que entra en el ojo a través de la pupila, que es la abertura en el centro del iris que parece un diminuto círculo negro.
Al igual que una cámara, que regula la cantidad de luz que le entra para evitar tanto la sobreexposición como la subexposición, el iris se ensancha y se estrecha, modificando el tamaño de la pupila para regular la cantidad de luz que entra en el ojo. La pupila aumenta de tamaño cuando necesita más luz para ver mejor, y disminuye de tamaño cuando hay abundante luz.
El cristalino del ojo se encuentra justo detrás del iris. Al igual que el objetivo de una cámara, el cristalino del ojo enfoca la luz para formar imágenes claras y nítidas. La luz que se ha enfocado a través de la córnea y del humor acuoso llega al cristalino, que la proyecta más lejos, enviando los rayos de luz a través del humor vítreo hasta la retina.
Para enfocar con claridad los objetos situados a distancias variables, el cristalino necesita cambiar de forma. El cuerpo ciliar contiene una estructura muscular que modifica la forma del cristalino. En la gente con una vista normal, el cuerpo ciliar aplana el cristalino lo suficiente como para enfocar objetos a una distancia de 20 pies (6 metros) o más. Para ver objetos más cercanos, este músculo se contrae para engrosar el cristalino. Los niños pequeños pueden ver objetos situados a muy poca distancia; mucha gente mayor de 45 años tiene que alejar los objetos cada vez más para verlos con claridad. Esto se debe a que el cristalino pierde elasticidad con la edad.
La retina (la fina capa de tejido sensible a la luz que recubre la parte posterior de la pared del globo ocular) está compuesta por millones de receptores de la luz, llamados bastones y conos. Los bastones son mucho más sensibles a la luz que los conos. En cada ojo existen unos 120 millones de bastones que nos ayudan a ver en la penumbra y a percibir la escala de grises, pero no permiten distinguir colores. En comparación, los 6 millones de conos que contiene cada ojo nos permiten ver cuando brilla la luz, así como percibir el color y los detalles.
La mácula es una pequeña zona especializada de la retina que ayuda a que los ojos vean pequeños detalles cuando miramos un objeto directamente. Contiene muchos conos y pocos bastones.
Cuando la luz se proyecta sobre la retina, estimula los bastones y los conos. La retina entonces envía señales nerviosas al nervio óptico desde la parte posterior del ojo. El nervio óptico envía estas señales al cerebro, que las interpreta como imágenes visuales. La parte del cerebro que procesa la información visual e interpreta los mensajes que envía el ojo se llama corteza visual.
Al igual que en una cámara, el cristalino transmite patrones visuales invertidos. El cerebro aprende que los impulsos recibidos procedentes de la parte superior de la retina pertenecen realmente a la parte inferior del objeto que estamos viendo y viceversa.
La mayoría de la gente utiliza ambos ojos para ver un objeto. Esto se llama visión binocular, y las imágenes se forman en la retina de cada ojo. Estas imágenes son ligeramente diferentes porque el objeto se está viendo desde ángulos ligeramente diferentes. Las señales nerviosas que representan cada una de las imágenes se envían al cerebro, donde se interpretan como dos visiones del mismo objeto. Algunas de las fibras nerviosas de cada uno de los ojos cruzan hacia el otro lado de la cabeza, de modo que cada lado del cerebro recibe mensajes procedentes de ambos ojos. A través de la experiencia, el cerebro aprende a calcular la distancia a la que se encuentra un objeto basándose en las diferencias que detecta entre las imágenes procedentes de ambos ojos. Esta habilidad para percibir la distancia se llama percepción de la profundidad.
Causas de los problemas visuales
La visión es un proceso muy bien calibrado. Todas las partes del ojo (y el cerebro) tienen que colaborar entre sí para que una persona vea bien. Sin embargo, puesto que la estructura del ojo es tan compleja, pueden fallar muchas cosas.
Algunos de los problemas oculares más frecuentes son los llamados errores de refracción. Estos son los problemas que se suelen evaluar en las revisiones ordinarias de la vista. La refracción significa cambiar la dirección de los rayos luminosos para enfocar la luz procedente de una imagen. Los errores de refracción son problemas relacionados con el enfoque, debidos a la forma del ojo, que hacen que veamos las imágenes borrosas.
Algunos errores de refracción son los siguientes:
El astigmatismo. En el astigmatismo, hay un problema en la curvatura de la córnea. Esto hace que parte de la imagen se vea borrosa. Las lentes correctoras (como las lentes de contacto o las gafas graduadas) suelen corregir la vista en las personas que tienen astigmatismo.
La miopía. La miopía ocurre cuando el ojo enfoca la imagen de un objeto delante de la retina, en vez de hacerlo directamente sobre ella. En la mayoría de los casos, la gente no ve bien de lejos pero puede ver con claridad los objetos cercanos. Esta afección tiende a empeorar un poco a lo largo de la infancia y de la adolescencia, pero se suele estabilizar en la etapa adulta. Las personas con esta afección pueden necesitar gafas graduadas o lentes de contacto para ver bien de lejos. La cirugía ocular con láser se suele utilizar en las personas adultas para corregir la miopía permanentemente cambiando la forma de la córnea. La cirugía con láser no se utiliza en niños ni en adolescentes porque el ojo todavía está creciendo y el error de refracción podría cambiar.
La hipermetropía. La hipermetropía ocurre cuando la imagen no se enfoca sobre la retina, sino detrás de ella. Esto hace que sea difícil ver objetos cercanos con claridad, mientras que los objetos lejanos se ven bien. Muchos niños pequeños tienen hipermetropía pero, debido a la capacidad del ojo para enfocar, es posible que no necesite llevar gafas graduadas para ver bien. Las gafas graduadas o las lentes de contacto pueden corregir este problema en niños y adolescentes cuando sea necesario. La mayoría de los adultos desarrolla un tipo de hipermetropía llamado presbicia, o "vista cansada", cuando envejece.