Cómo impedir el agotamiento del cuidador
El agotamiento del cuidador es algo real: consiste en que el cuidador se siente exhausto, tanto física como mentalmente. Esto puede ocurrir cuando usted intenta hacerlo todo sin obtener la ayuda o el descanso que necesita.
Cuidar de niños pequeños o de un niño con necesidades sanitarias especiales puede ser muy intenso y muy absorbente. Por eso es tan importante que los cuidadores se tomen un poco de tiempo para sí mismos.
Tomarse ese descanso tan necesario le ayudará a recargar pilas, refrescarse y ser capaz de atender mejor a su hijo.
¿Cuáles son sus signos y los síntomas del agotamiento del cuidador?
El agotamiento del cuidador ocurre con el tiempo. Debido a que los cuidadores pueden no reconocerlo en sí mismos, otras personas pueden ser quienes detecten los signos en primer lugar. Entre ellos, se incluyen los siguientes:
- cambios en el apetito y en los patrones de sueño
- estar menos sociable de lo habitual
- aumento de la ansiedad
- mayor labilidad emocional (como llorar mucho o estar muy irritable) o tener un estado emocional bajo (sentirse vacío o no implicado en lo que se hace)
Si usted u otra persona observa alguno de estos signos o síntomas, tómeselo en serio.
¿Cómo evitar el agotamiento del cuidador?
He aquí 7 maneras de prevenir el agotamiento del cuidador:
1. Pausas en el horario. Un par de veces por semana, pida a un familiar, amigo o asistente sanitario que se quede con su hijo durante una o dos horas para que usted pueda desconectar de él físicamente y relajarse. Anóteselo en su calendario, como hace con las visitas médicas que su hijo tiene programadas. Ese tiempo es suyo, o sea que no se sienta culpable de a qué lo dedica. Duerma la siesta, lea algo que le guste, vea a un amigo, vaya de compras o haga cualquier otra cosa que lo ayude a relajarse. A su hijo probablemente le gustará tener a otra persona con quien hablar, y usted se sentirá renovado cuando vuelva.
2. Ejercicio físico. La mayoría de la gente considera que el ejercicio físico ayuda a despejar la mente, a aumentar los niveles de energía y mejorar el sueño. Hasta solo 20 minutos de caminata a paso ligero o de montar en bicicleta al día pueden ir bien. Si no puede salir a la calle, siga un vídeo de yoga o de otro tipo de ejercicio físico. Trate de encajarlo en el horario mientras su hijo esté descansando.
3. Trate de relajarse. Cada día (o siempre que pueda), busque un lugar tranquilo donde pueda pasar 2 minutos. Hasta el cuarto de baño funcionará. Para sentirse más tranquilo, pruebe ejercicios como la respiración abdominal: Inspire por la nariz, dejando que el vientre se le hinche como un globo mientras se llena de aire. Mientras espira por la nariz, deje que se le aplane el vientre. Respire lentamente de esta manera.
Otro ejercicio a probar: Cierre los ojos y relaje todos los músculos del cuerpo, uno a uno. Puede ir desde la punta de los dedos de los pies hasta la parte superior de la cabeza. No se olvide de relajar los músculos de la cara, el cuello y la mandíbula. Tal vez esté acumulando mucha tensión en esa zona.
4. Organícese bien. Los horarios de la medicación de su hijo, los números de teléfono de los médicos de su hijo y las facturas pueden ser muchas cosas de las que ocuparse. Pero si lo mantiene todo bien organizado, seguramente las cosas le parecerán menos estresantes. Ponga toda la información sobre la afección de su hijo en el mismo sitio. Considere la posibilidad de utilizar una aplicación para tenerlo todo junto. Puede consultar con su sistema hospitalario para ver si se ofrece una aplicación de este tipo a sus pacientes.
Si prefiere tener copias impresas, use un cuaderno, carpeta o archivador para reunir todas las notas y documentos relacionados con la afección de su hijo. Cuando se le ocurran preguntas para el médico de su hijo, anóteselas enseguida para que no se le olviden.
Tratar con la compañía de seguros puede llevar mucho tiempo y esfuerzo. Si puede, pídale a su cónyuge, a otro familiar de confianza o a un amigo que le ayude a mantenerlo todo en orden.
5. Pida ayuda. Los amigos y la familia suelen querer ayudar, pero a veces no están seguros de qué es lo que se necesita de ellos. Si alguien le dice: «Si hay algo que pueda hacer...» y lo hay, dígaselo. Hacer un recado, lavar la ropa o simplemente sentarse y escucharle hablar de su día a día le puede beneficiar a usted y hacer que un ser querido se sienta útil.
6. Encuentre un grupo de apoyo. Conectar con otras personas que hayan pasado o estén pasando por situaciones similares puede darle la oportunidad de desahogarse, sentirse menos aislado y aprender consejos útiles. Pregunte al médico o al enfermero de su hijo por los grupos de apoyo de su localidad relacionados con la afección de su hijo o con los cuidados en general. También puede encontrar recursos en internet, a menudo buscando la afección especifica de su hijo.
7. Admita sus sentimientos. Acepte sus emociones, aunque sean negativas. Por ejemplo: «Estoy enfadada y frustrada, pero es normal porque mi hijo tiene una afección (o está enfermo)». Pruebe a programar un temporizador de 5 minutos y limítese a darse cuenta de qué es lo que siente. Después de que suene el temporizador, haga algo para cambiar de marcha y tomar el control, como lavarse la cara, ponerse su canción favorita o incluso entrar en otra habitación.
Por mucho tiempo y energía que dedique al cuidado de su hijo, usted no puede controlar totalmente su salud ni su felicidad. Admitir que algunas cosas son difíciles o escapan a su control puede ayudarle a sentir menos presión.
¿Dónde pueden encontrar ayuda los cuidadores?
Si cree que puede estar pasando por una fase de agotamiento del cuidador, depresión o ansiedad, explique sus sentimientos y síntomas a su médico. Le puede ayudar el hecho de acudir a un terapeuta, sobre todo a uno especializado en las necesidades de los cuidadores. Los medicamentos para la ansiedad o la depresión también podrían ser una opción.
Su médico también puede animarlo a que se tome un descanso de sus obligaciones acudiendo a los cuidados de relevo o de respiro. Esto podría incluir cosas como tener a otro cuidador que vaya a su casa o inscribir a su hijo en un programa diurno que se haga fuera de su domicilio. Averigüe qué es lo que cubre su póliza de seguro de salud. Si el equipo que atiende a su hijo incluye a un trabajador social, puede pedirle consejo.
Si cree que necesitará ausentarse de su trabajo para ayudar a su hijo, pregunte al equipo médico de su hijo sobre el Acta de baja médica y familiar. Esta ley permite a muchas personas que viven en Estados Unidos tomarse hasta 12 semanas de baja laboral, sea seguidas o con «bajas intermitentes» (tiempo libre de vez en cuando).
Para acabar, sepa que usted está haciendo todo lo que puede. Dedique a su hijo tiempo, atención y cariño, y dedíqueselos también a sí mismo.