Entre las cosas más repugnantes que pueden salir de nuestros cuerpos, el pus ocupa, sin lugar a dudas, uno de los primeros puestos. ¡Hasta la misma palabra da asco! Pero, aunque el pus parezca asqueroso, en el fondo, es la forma que tiene el cuerpo de intentar curarse de las infecciones.
Afortunadamente, no solemos tener que lidiar con el pus. Pero, a veces, la gente desarrolla abscesos y, de repente, se encuentra sumida en el pus.
¿Qué es un absceso?
Un absceso es un área de tejido infectado que se forma en una parte del cuerpo. Un absceso puede aparecer sobre la piel, debajo de la piel, en un diente o incluso en el interior del cuerpo.
En la capa superior de la piel, un absceso se puede parecer a una herida sin cicatrizar, un grano o una espinilla. Debajo de la piel, puede crear un bulto hinchado que sobresale. Los abscesos en la piel pueden doler y notarse calientes al tacto.
Es más fácil saber si una persona tiene un absceso en la piel porque estos se puede ver y tocar. Pero, cuando alguien desarrolla un absceso en otra parte del cuerpo, también habrá otras pistas de que algo va mal. Por ejemplo, cuando se forma un absceso en un diente, se siente dolor, aunque no se pueda ver.
Causas de los abscesos
Los abscesos se pueden formar siempre que el organismo está luchando contra una infección. Por ejemplo, un absceso en la piel puede aparecer cuando entran gérmenes al cuerpo a través de una abertura en la piel (como un corte, una picadura de insecto o una quemadura).
Los gérmenes no forman parte de un cuerpo sano, y el sistema inmunitario lo sabe: la función de este sistema consiste precisamente es estar pendiente de cualquier infección. Después de averiguar que algo va mal, el sistema inmunitario envía las tropas (también conocidas como glóbulos blancos) para destruir lo que está provocando la infección. Algunos de estos glóbulos blancos acabarán formando el pus, que también incluye material como piel muerta y gérmenes muertos.
Con todas estas sustancias desagradables dentro de él, el cuerpo considera el pus como un material de desecho e intenta deshacerse de él. Pero, cuando el pus se acumula dentro de un absceso, es posible que no pueda salir hacia fuera. A medida que el pus se va acumulando, puede presionar la piel y el tejido inflamado circundante y provocar dolor.
Algunos abscesos están provocados por un agente irritante, como un medicamento inyectado que no se ha absorbido por completo. Dado que no están provocados por una infección, estos tipos de abscesos se llaman abscesos "estériles". Los abscesos estériles no son tan frecuentes como los abscesos infectados, pero pueden ocurrir de forma ocasional.
¿Qué hago si creo tener un absceso?
Si crees que tienes un absceso en la piel, evita tocártelo, apretártelo, estrujártelo o reventártelo. Si lo hicieras, podrías propagar la infección a otras áreas o extenderla a partes más profundas del cuerpo, empeorando la situación.
Intenta colocar una compresa tibia sobre el absceso para ver si consigues que se abra y drene el pus. Puedes fabricar una compresa mojando un paño o toallita en agua tibia (no caliente) y colocándola sobre el absceso durante varios minutos. Haz esto varias veces al día, y lávate bien las manos antes y después de aplicarte la compresa.
Si el absceso se abre solo, empieza a eliminar fluidos y la infección parece remitir en un par de días, el cuerpo se debería curar por sí solo. Si no lo hiciera, ese sería el momento de llamar a la consulta de tu médico.
Si tienes dolor de dientes y sospechas que podrías tener una infección, llama a tu dentista.
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¿Cuándo debería llamar al médico?
Los abscesos suelen requerir atención médica. Si observaras cualquiera de los siguientes problemas, llama a tu médico:
- Un absceso en la piel se vuelve más doloroso, se inflama más y/o se pone más rojo.
- Aparecen marcas o franjas rojas alrededor del área de piel infectada.
- Sientes dolor o malestar dentro del cuerpo.
- Tienes fiebre o escalofríos.
Si el médico considera que tienes un absceso, decidirá si es necesario hacer que drene o si se puede tratar de otra forma, como administrándote antibióticos.
¿Qué deben hacer los médicos?
Si es necesario hacer drenar el absceso, el médico decidirá si es mejor extraer el pus utilizando una aguja (procedimiento denominado "aspiración") o hacer un pequeño corte en el absceso con un bisturí, para que pueda ir saliendo el pus.
Para tratar un absceso en la piel, lo más probable es que el médico utilice medicamentos anestésicos antes hacerlo drenar para que el proceso no sea doloroso. Una vez el médico haya hecho drenar al absceso, lo cubrirá con una gasa. La gasa absorberá el fluido que vaya saliendo de él y ayudará a que se cure el absceso.
Un absceso que se encuentra en las profundidades del cuerpo es posible que requiera una operación. Esto puede suponer tener que permanecer en el hospital durante cierto tiempo para que los médicos y enfermeros puedan estar seguros de que el absceso se cura bien.
¿Qué deberías hacer cuando vuelvas a casa?
Tu médico te dará instrucciones sobre cómo cuidar del absceso para que se cure bien. Tu médico también te puede indicar que evites hacer algunas actividades específicas hasta que se te cure el absceso. Es posible que necesites tomar antibióticos y que tú (¡o bien los afortunados de tus padres!) debas (o deban) cambiar el vendaje con regularidad.
Si el médico te receta antibióticos, finaliza el ciclo completo de tratamiento, incluso aunque te empieces a encontrar mejor.
Si tienes un absceso en la piel, toma medidas para evitar contagiar la infección a otras personas. No compartas con otras personas nada que haya estado en contacto con tu absceso (como toallas, paños, componentes de tu equipo deportivo o máquinas de afeitar).
Incluso después de visitar al médico, deberás seguir estando pendiente de tu absceso.Informa a tu médico de inmediato si te empeorara el absceso, o si tuvieras fiebre o escalofríos.
Si tienes un absceso en la piel, es posible que el médico te mande pruebas para saber si tienes una infección por SARM, un tipo de bacteria que puede provocar infecciones graves en la piel. Las infecciones por SARM se deben tratar de una forma especial porque son resistentes a muchos tipos de antibióticos.
¿Se pueden prevenir?
Una buena higiene personal es la mejor manera de evitar las infecciones. Mantén los cortes y las heridas limpias, secas y cubiertas para protegerte de los gérmenes. Asimismo, no compartas ropa de vestir, toallas, máquinas de afeitar ni ropa de cama con nadie. Cuando se te ensucie cualquiera de estos artículos, lávalos por separado con agua muy caliente.
Lávate las manos a menudo con agua y jabón corriente durante un mínimo de 20 segundos seguidos cada vez. Está bien usar toallitas para manos o geles desinfectantes instantáneos elaborados con alcohol (como los que se venden en las farmacias), si no dispones de agua ni jabón.