El hambre y su hijo en edad preescolar
Su hijo en edad preescolar come al medio día y, al cabo de 20 minutos, le dice que tiene hambre. ¿Estaría bien ofrecerle algo para comer? Tal vez sí, y tal vez no. He aquí el porqué:
Alrededor de la etapa de preescolar, muchos niños empiezan a usar la palabra "hambre" para expresar otras sensaciones, como el aburrimiento, la soledad, la tristeza y otras emociones que no entienden ni saben nombrar. Usar los alimentos para aliviar la tristeza, por ejemplo, establecerá una conexión entre la comida y sensaciones distintas a la del hambre. Con el paso del tiempo, estas conexiones pueden ser cada vez más difíciles de deshacer. Y no permitirán abordar la causa subyacente de la tristeza o de cualquier otra emoción.
Si su hijo se queja de hambre, tómese un minuto para preguntarle con amabilidad qué es lo que le está pasando realmente: "¿Qué has estado haciendo?" o "¿Te gustaría jugar conmigo durante un rato?" Si su hijo entonces se olvida rápidamente del tentempié, usted sabrá que solo estaba llamando su atención o buscando algo con lo que entretenerse. Pero si su hijo se sigue quejando de que tiene hambre, lo más probable es que tenga hambre de verdad.
Hable sobre ello
Es recomendable que los padres hablen con sus hijos sobre qué significa tener hambre y qué significa estar satisfecho. La mayoría de nosotros nacemos con la capacidad de saber cuándo nuestro cuerpo necesita comer, pero, con el paso del tiempo, podemos aprender a ignorar esas señales, lo que puede contribuir a la ganancia de peso.
Los niños que entienden realmente cuándo tienen hambre y cuándo están llenos pueden regular mejor cuánto comen. No es de sorprender que los niños que no saben reconocer cuándo están llenos tengan más probabilidades de tener sobrepeso.
Aquí encontrará algunas maneras de favorecer la toma conciencia de los niños sobre cuándo están satisfechos:
- No use la regla de "dejar el plato limpio". Haga saber a su hijo en edad preescolar que está bien que deje de comer cuándo se sienta lleno. Esto anima a los niños a responder a sus propias pistas de hambre y de estar satisfechos.
- Si su hijo se suele dejar mucha parte del plato por comer, trate de servirle raciones más pequeñas.
- Dígale que preste atención a que se come más despacio a medida que se va estando más lleno. Y dígale que no pida un segundo plato si ya ha dejado de tener hambre. Diga delante de su hijo: "Está delicioso, pero voy a dejar de comer porque ya estoy muy satisfecho".
Preescolares que se pasan todo el día comiendo
Un niño de preescolar promedio toma tres comidas principales al día más 2 o 3 tentempiés. Pero, si se les permitiera escoger, muchos niños se pasarían todo el día picando tentempiés. Los niños que se pasan todo el día "pastando" de esta manera es lógico que no tengan hambre a las horas de las comidas principales.
Es importante desalentar la conducta de picar a todas horas porque:
- Cuando un niño llega con hambre a la hora de comer, será más probable que pruebe alimentos nuevos e ingiera los alimentos saludables que le sirvan.
- Los niños que se pasan el día tomando tentempiés de alimentos altos en calorías se exponen al riesgo de una ganancia excesiva de peso.
- Los niños que toman muchos dulces tienen más probabilidades de desarrollar problemas dentales como las caries.
Seguir una rutina regular de 3 comidas principales y un par de tentempiés al día ayuda a evitar que los niños se pasen todo el día picando, y a ellos les gusta porque saben qué esperar. Por ejemplo, si un niño empieza a tener hambre durante la hora de lectura, se quedará tranquilo sabiendo que siempre se sirve un tentempié después de esta actividad. Y si un niño no tiene hambre a la hora de la merienda, no pasa nada con que se la salte porque sabrá que la hora de la cena está a la vuelta de la esquina.
De todos modos, los días que los niños estén muy activos es completamente normal que tengan más hambre y que coman más de lo normal. Durante esos días, sea flexible si su hijo quiere tomar un tentempié más o comer más que de costumbre en una comida principal.