El estrés es una respuesta normal a los cambios, las presiones y los desafíos que nos plantea la vida. Es una señal mente-y-cuerpo que nos ayuda a prepararos para lo que se avecina.
¿Cómo actúa el estés?
A veces, cuando estás muy estresado, el estrés puede hacer que tu cuerpo reaccione. Si tu cerebro detecta una amenaza a tu seguridad, tu cuerpo reacciona con un estallido instantáneo de las hormonas del estrés. Y, consecuentemente, tú te pones alerta. Se te abren los ojos de par en par. La respiración y el corazón se te aceleran. El corazón bombea más oxígeno a los músculos para que estos últimos tengan más fuerza y se muevan más deprisa.
La respuesta de estrés de tu cuerpo está ahí para protegerte. Te ayuda a reaccionar deprisa, a luchar con fuerza o a correr velozmente si lo necesitas. Por eso, el estrés también se llama respuesta de lucha-huida.
¿Qué es el estrés cotidiano?
La mayoría de las veces, las cosas que nos causan estrés no son peligrosas en sí mismas. Suelen ser presiones de la vida diaria, como:
- Un horario muy ajetreado. Te puedes estresar porque tienes que estudiar para un examen, acabar de leer un documento, hacer los deberes o acudir a todas tus actividades extraescolares.
- Un acontecimiento importante. Cosas como hacer una presentación en clase, un solo en un concierto o sacarte el carnet de conducir te pueden poner nervioso.
- Comunicarte. Te puede estresar no saber cómo expresarte mientras te comunicas. Puedes haber tenido un malentendido con un buen amigo o preguntarte cómo pedirle a una persona que te gusta que te acompañe a una fiesta.
¿Cómo reacciona el cuerpo al estrés cotidiano?
El estrés cotidiano es un tipo de estrés emocional. Pero tu cuerpo responde al estrés emocional de la misma manera que responde a una amenaza a tu seguridad: fabricando las hormonas del estrés.
Cuando tienes más estrés del habitual, es posible que tu cuerpo reaccione como reaccionaría ante una amenaza física. Y lo hace fabricando las hormonas del estrés, como el cortisol. Por eso, en los momentos de estrés emocional, puedes sentir que tienes mariposas en el estómago. Se te acelera el corazón y tu respiración es más superficial. Puedes notar que tiemblas, que sudas mucho más que de costumbre o que quieres moverte de un lado a otro. Te puede sentir inquieto, tenso, nervios o ansioso.
En este tipo de situaciones, no necesitas huir ni correr deprisa. Pero la respuesta corporal del estrés te puede ayudar a focalizarte, a centrar tu energía y afrontar la situación con valentía. Tu puedes afrontar los elementos estresantes de cada día estudiando bien para los exámenes, practicando las exposiciones y presentaciones o reflexionando sobre cómo arreglar las cosas con un amigo.
Cuando te centras en encontrar una manera de resolver un problema, sientes alivio. Tus hormonas del estrés empiezan a bajar y desaparecen las "mariposas" de tu estómago. Tu ritmo cardíaco se enlentece hasta volver a la normalidad, y todo su cuerpo empieza a recuperar el estado previo a la llegada del estrés. Tú puedes ayudar a que ocurra este proceso aprendiendo y practicando técnicas para gestionar el estrés.
¿Hay otros tipos de estrés?
Aparte del estrés cotidiano, también hay un estrés que proviene de situaciones difíciles que te plantean desafíos que no ocurren todos los días. Cambiarse de casa, el divorcio de tus padres, una ruptura dolorosa y los conflictos familiares crean un estrés que cuesta más tiempo de afrontar que el estrés cotidiano.
También hay un tipo de estrés que ocurre después de un trauma, que es un acontecimiento profundamente nocivo, terrible o aterrador. Los traumas te pueden hacer temer por tu vida y/o por tu seguridad. Cosas como el maltrato, los abusos sexuales, la violencia, los accidentes y las catástrofes naturales son traumas. También lo pueden ser el no tener casa, la muerte de un padre o tener una enfermedad grave.
En este tipo de situaciones, tu respuesta de lucha-huida sigue ocurriendo, pero es posible que también sientas dolor o pánico, o que no seas capaz de afrontar las cosas como sueles hacer.
¿Y si mi estrés es excesivo para gestionarlo?
La mayoría de las veces, el estrés proviene de retos que puedes abordar y gestionar bien. Cosas como dormir lo suficiente, hacer ejercicio físico, comer de forma saludable y hacer respiraciones profundas pueden ayudar a aliviar el estrés cotidiano.
Pero si crees que te estresas demasiado, que el estrés te ocurre demasiado a menudo o sientes que es más del que puedes gestionar, habla con un adulto de confianza en busca de ayuda y apoyo. Tu médico te puede recomendar a un profesional de la salud mental, como un terapeuta, para ayudarte a gestionar tu estrés.