Enseñarles a los niños a no acosar a otros niños
Puede resultar desconcertante y triste saber que un hijo se ha metido en problemas por molestar a otros niños o ha sido etiquetado como matón o acosador.
Por más duras que le resulten las noticias, es importante que haga algo de forma inmediata. Sin importar si el acoso o bullying es físico o verbal, si no se detiene puede llevar a una conducta antisocial más agresiva e interferir con el éxito de su hijo en la escuela y con su capacidad de hacer y mantener lazos de amistad.
Comprender la conducta del acosador
Los niños acosan a otros niños por muchas razones. Algunos lo hacen porque se sienten inseguros. Molestar a alguien que parece emocional o físicamente más débil también puede darles una sensación de importancia, popularidad o control. En otros casos, los niños acosan e intimidan a otros porque simplemente no saben que no está bien molestar a niños que son diferentes por su tamaño, su aspecto, su raza o su religión.
En algunos casos, el acoso forma parte de un patrón de conductas agresivas o desafiantes. Estos niños probablemente necesiten ayuda para aprender a manejar su enojo y su dolor, frustración y otras emociones fuertes. Tal vez no tengan las habilidades necesarias para cooperar con los demás. La terapia suele ayudarlos a aprender a hacer frente a sus sentimientos, frenar sus conductas abusivas y mejorar sus habilidades sociales.
Algunos niños que acosan a otros están copiando las conductas que ven en su hogar. Los niños que ven interacciones agresivas y crueles en su familia suelen aprender a tratar a otras personas de la misma forma. Y los niños que reciben insultos o provocaciones aprenden que el acoso se puede transformar en control sobre los niños que consideran débiles.
Ayudar a los niños a detener el acoso
Hágale saber a su hijo que el acoso o bullying no está bien y que, si esa conducta continúa, puede causar consecuencias graves en el hogar, la escuela y la comunidad.
Intente comprender los motivos de la conducta de su hijo. En algunos casos, los niños acosan a otros porque tienen dificultad para manejar emociones fuertes, como el enojo, la frustración o la inseguridad. En otros casos, los niños no han aprendido a resolver conflictos cooperando con otros ni a aceptar las diferencias.
Asegúrese de hacer lo siguiente:
- Tómese el acoso o bullying en serio. Asegúrese de que sus hijos comprendan que no tolerará el acoso en el hogar ni en ninguna otra parte. Establezca reglas sobre el acoso o bullying y hágalas cumplir. Si castiga a su hijo quitándole algún privilegio, asegúrese de que sea algo que valore. Por ejemplo, si su hijo acosa a otros niños por correo electrónico, mensajes de texto o redes sociales, no le permita usar el teléfono o la computadora por un período de tiempo. Si su hijo actúa de manera agresiva en el hogar, con sus hermanos u otras personas, póngale fin a la situación. Enséñele a reaccionar de formas más adecuadas (y sin violencia), como alejarse.
- Enséñeles a sus hijos a tratar a los demás con respeto y amablemente. Enséñeles a sus hijos que no está bien ridiculizar diferencias, como la raza, la religión, el aspecto, las necesidades especiales, el sexo o el nivel económico. Intente enseñarle a ser empático con quienes son diferentes. Considere participar en un grupo de la comunidad en el que su hijo pueda interactuar con niños que sean diferentes.
- Obtenga información sobre la vida social de su hijo. Intente descubrir qué podría estar influenciando el comportamiento de su hijo en la escuela (o en el lugar donde ocurre el acoso). Hable con los padres de los amigos y compañeros de su hijo, con sus maestros, consejeros escolares y con el director de la escuela. ¿Hay otros niños con conductas abusivas? ¿Cómo se comportan los amigos de su hijo? ¿Qué tipos de presiones enfrentan los niños en la escuela? Hable con sus hijos sobre esas relaciones y sobre la presión para encajar. Hágalos participar en actividades fuera de la escuela para que puedan conocer y hacerse amigos de otros niños.
- Aliente el buen comportamiento. El refuerzo positivo puede ser más poderoso que una disciplina negativa. Esté atento a las buenas conductas de su hijo. Cuando maneje una situación de forma positiva, resáltelo y felicítelo por hacerlo.
- Comuníquese con la escuela. Si el acoso o bullying ocurre en la escuela, trabaje con los directores y los maestros para desarrollar un plan de acción. Si su hijo sabe que usted estará atento a su conducta en la escuela, ayudará a aumentar su responsabilidad por la conducta abusiva y lo ayudará a promover opciones más adecuadas.
Comience por su hogar
Es normal y frecuente que los niños peleen con sus hermanos en el hogar. Y a menos que exista un riesgo de violencia física, lo más conveniente es no involucrarse. Pero esté atento a los insultos y las peleas físicas, y hable frecuentemente con sus hijos sobre lo que es aceptable y lo que no lo es.
Controle también su propio comportamiento. Piense en cómo habla cuando está con sus hijos y cómo maneja los conflictos y otros problemas. Los niños que reciben gritos, insultos, humillaciones, críticas hirientes o ataques físicos por enojo de un hermano, un padre o un cuidador tal vez actúen de la misma manera en otros ambientes.
Si se comporta de forma agresiva (con sus hijos o frente a ellos), es probable que ellos sigan su ejemplo. Destaque los aspectos positivos de otras personas en lugar de los negativos. Cuando surja un conflicto en su vida, sea abierto sobre la frustración y sobre la forma de enfrentar sus sentimientos.
Habrá situaciones en las que será necesaria la disciplina y una crítica constructiva. Pero nunca insulte ni acuse a su hijo. Si no le agrada la conducta del niño, ponga énfasis en que es la conducta lo que desea que cambie y explique que confía en que podrá hacerlo.
¿Quién más puede ayudar?
Si un acontecimiento estresante en el hogar puede afectar la conducta de su hijo, obtenga ayuda de los recursos disponibles en la escuela y la comunidad. Los consejeros, pastores, terapeutas y su médico pueden ayudarlo. Si su hijo tiene antecedentes de discusiones, conductas desafiantes y dificultad para controlar el enojo, considere hacerlo evaluar por un terapeuta o un profesional de la salud conductual.
Por más frustrante que pueda ser detener el acoso en los niños, recuerde que las malas conductas no desaparecen solas. Piense en el éxito y la alegría que desea que sus hijos sientan en la escuela, el trabajo y las relaciones a lo largo de su vida. Detener el acoso hoy es un gran paso hacia esas metas.