El profesor de historia de Jeffrey le mandó un trabajo trimestral a principios del semestre. La mayoría de la clase se quejó, pero nadie parecía estar demasiado preocupado al respecto. Pero Jeffrey sí que lo estaba: la idea de tener que redactar un trabajo le ponía muy nervioso. Puesto que no sabía por dónde empezar, pospuso la tarea hasta que ya se acercaba la fecha de entrega.
Aunque muchos estudiantes adoptan el enfoque de Jeffrey de "ya lo haré más tarde" a la hora de hacer trabajos escolares, en realidad, es mucho mejor para tu estrés, por no hablar de tus notas, empezar a trabajar tan pronto como te enteres de lo que tienes que hacer. Con algo de planificación y tiempo, cualquiera puede convertir una pantalla en blanco de su ordenador en un buen trabajo escolar.
Redactar un trabajo escolar puede intimidar al principio. Pero la elaboración de un buen trabajo escolar no es más que una combinación de una serie de cosas que ya sabes hacer.
Comprender la tarea
El primer paso para elaborar un buen trabajo escolar consiste en asegurarse de que entiendes exactamente lo que tu profesor espera que hagas. Aquí tienes algunas preguntas que debes hacerte antes de empezar a investigar y a escribir para estar seguro de que vas por el buen camino:
- ¿De qué tipo de trabajo se trata? ¿Se trata de un informe (donde te limitas a recopilar datos y a describir un tema), de un trabajo donde debes exponer tus propias ideas sobre un asunto, o de ambas cosas a la vez?
- ¿Hay lecturas de clase específicas que deba utilizar como fuentes de información?
- ¿Qué tipo de fuentes tienes que utilizar? ¿Puedes utilizar solo fuentes de internet o tienes que acudir también a libros, revistas y periódicos? ¿Le gustaría a tu profesor que entrevistaras a gente o preferiría que te ciñeras solo a fuentes impresas?
- ¿Existen ciertos tipos de fuentes que estén prohibidas? Por descontado, los blogs y las páginas web personales no se consideran fuentes fiables. Pero, ¿qué pasa con otros sitios web que podrías querer utilizar? Averigua qué piensa tu profesor sobre tus fuentes antes de empezar a trabajar.
- ¿En qué se fijará tu profesor al corregir tu trabajo? Por ejemplo, ¿busca tu profesor una redacción en estilo coloquial y descriptiva (como el artículo de una revista) o un trabajo de investigación en un tono más formal? ¿Hay alguna manera en concreto en que tu profesor quiere que estructures tu trabajo?
- ¿Qué extensión debería tener el trabajo (cuántas páginas o palabras)?
- ¿El trabajo tiene que estar mecanografiado o que presentarse de una forma determinada (por ejemplo, a doble espacio, con márgenes específicos, encuadernado, dentro de una carpeta)? ¿Hay gráficos adicionales que también debes aportar, como ilustraciones o fotos?
- ¿Tienes que presentar una bibliografía, notas a pie de página u otro tipo de listado sobre las fuentes consultadas?
A veces el profesor elije un tema o una tesis para un trabajo, y otras deja que los alumnos elijan sus propios temas (¡por supuesto, tienen que estar relacionados con la clase o la asignatura!).
Si el profesor te deja elegir tu propio tema, lo mejor es que escribas un trabajo sobre algo que te resulte realmente interesante. Tal vez sea un tema que te interese mucho y quieras defender (¡o uno con el que no estés de acuerdo y quieras debatir!). Cuando se te haya ocurrido el tema, consúltalo con tu profesor antes de pasar al siguiente paso: la investigación.
Investigar sobre un tema
Detrás de todo buen trabajo escolar siempre hay una investigación todavía mejor. Una buena investigación implica leer mucho, tanto como punto de partida para elegir el tema como para redactar el trabajo.
Dependiendo del tema que elijas, tu investigación puede proceder de libros de texto, periódicos, revistas profesionales y sitios web. Estas son las llamadas "fuentes".
Las fuentes tienen que ser fiables. Para encontrar buenas fuentes, empieza por la biblioteca de tu centro de estudios, donde los catálogos de fichas y los motores de búsqueda te pueden dirigir hacia materiales ya publicados. Cuando hayas elegido una fuente de la biblioteca de tu centro de estudios, podrás estar bastante seguro de que es lo suficientemente precisa como para utilizarla en tu trabajo.
Usar fuentes en línea
Cuando investigues por internet, evita las páginas personales: es imposible saber si una persona es una experta o si solo está hablando sobre algo que no domina. Lo mejor es centrar la búsqueda en sitios web gubernamentales (sus nombres de dominio terminan en .gov), organizaciones sin ánimo de lucro (suelen terminar en .org) y sitios educativos (.edu).
Saber qué fuentes se consideran buenas -y cuáles no- es una habilidad que todo el mundo adquiere con la experiencia. Pide ayuda a tu profesor o bibliotecario para decidir si una fuente es creíble.
Si no entiendes de qué habla una fuente en concreto, pregunta a tu profesor qué significa para comprender mejor el material. Los profesores suelen ser capaces de detectar cuándo sus alumnos utilizan en sus trabajos información que no acaban de entender.
Anota tus fuentes de información
Una vez que hayas encontrado una buena fuente, anótala para poderla utilizar en tu trabajo. Escribe en un cuaderno o en un documento informático el título de la fuente, el número de página de la información importante y algunas notas sobre por qué es importante. Eso te ayudará a avanzar en tu trabajo mientras lo redactes. También te ayudará a citar correctamente tus fuentes (más adelante hablaremos sobre ello).
Redactar el trabajo
Lo bueno de investigar mucho es que, cuando conoces bien un tema, escribir sobre él resulta mucho más fácil. Aun así, sentarse delante de la pantalla del ordenador viéndola en blanco y con un plazo de entrega inminente puede intimidar bastante. Aunque hayas leído innumerables libros, páginas web y revistas, y tengas todas tus notas preparadas, es normal que te cueste saber exactamente cómo empezar a escribir.
¿La mejor manera de empezar? Empieza a plasmar tus ideas sobre el papel. Las primeras palabras no tienen por qué ser perfectas (y es muy probable que no lo sean), pero te resultará más fácil seguir después de empezar. Y siempre puedes revisar lo que has escrito más adelante; lo importante es empezar a plasmar tus ideas. Después de que tus ideas estén plasmadas en un papel (o una pantalla de la computadora), podrás empezar a esbozar tu trabajo.
A algunas personas les gusta pensar en su primer intento de redacción como en su "primer borrador", quitándose la presión de escribir cada frase y cada línea a la perfección. Otro buen consejo para empezar es escribir consiste en hacerlo como si se lo estuvieras contando a tus padres, a tu hermano o hermana.
No creas que tienes que escribir tu trabajo en orden. Si sabes cómo quieres defender o demostrar tu tesis, por ejemplo, pero no sabes cómo introducirla, puedes escribir algunos o todos los párrafos de apoyo a la tesis antes de hacer la introducción.
La mayoría de la gente va haciendo revisiones mientras trabaja. Por ejemplo, es posible que estés a mitad del párrafo número cuatro y te des cuenta de que hay una forma mejor de argumentar el punto que expusiste en el párrafo número dos. Todo esto forma parte del proceso de reflexión creativa. (Y es un buen motivo para disponer de suficiente tiempo dedicado a elaborar el trabajo en vez de dejárselo todo para la última hora).
También es una buena idea dejar reposar un trabajo durante un tiempo después de terminarlo para volver a revisarlo varios días después. Revisar un trabajo es un paso que hasta los mejores escritores consideran fundamental. Cuando lleves unos días desconectado de tu trabajo, cualquier fallo o problema te resultará mucho más visible cuando lo leas. Busca cosas como palabras innecesarias, frases sin sentido y puntos que no se complementen o que no se apoyan entre sí.
Citar las fuentes
Lo más probable es que tu profesor quiera que cites tus fuentes (es decir, que hagas una lista de las fuentes que has utilizado para las ideas, afirmaciones y demás información que contenga tu trabajo). Las fuentes pueden citarse de distintas formas: notas al final del texto, notas a pie de página o bibliografía final. Cada profesor tiene sus propias preferencias, de modo que pide orientación al tuyo.
Las citas no solo demuestran que un trabajo está bien documentado, sino que también permiten al lector saber qué ideas han salido de tu mente y cuáles de las de otras personas. El único caso donde está bien no citar es cuando el contenido es de dominio público (como la fecha de una batalla conocida) o si la idea es tuya propia.
Citar las fuentes es importante porque puede ayudarte a evitar algo que se conoce como plagio. El plagio consiste en utilizar las ideas o palabras de otra persona sin reconocerle el mérito de haberlas creado. Las formas más frecuentes de plagio entre los estudiantes consisten en copiar, citar o resumir el material procedente de una fuente sin citar correctamente de dónde viene la información.
El plagio es un tipo de engaño, una forma de hacer trampas, como copiarle a alguien las respuestas en un examen. Pero hay muchas personas que plagian sin darse cuenta de que lo están haciendo. Por eso es tan importante citar las fuentes. Después de semanas de investigación, al estudiante medio le costará recordar qué puntos se le ocurrieron a él y cuáles procedían de las fuentes que ha consultado. Los profesores suelen ser duros con el plagio, incluso aunque el alumno no haya pretendido plagiar. Así que anota y cita bien tus fuentes.
Cómo afrontar el estrés
Saber que tienen que escribir un trabajo escolar puede ser estresante para muchos estudiantes. Para no agobiarte, sigue estos dos sencillos pasos:
- Empieza en cuanto te asignen el trabajo. Así tendrás tiempo de sobra para los imprevistos, como que la investigación te lleve más tiempo del previsto o que te des cuenta de que no te gusta el tema que has elegido y tienes que pensar en otro nuevo.
- Divide el trabajo en "miniproyectos" más manejables. El primero consiste es generar una lluvia de ideas sobre un tema, la siguiente tarea consiste en investigar, luego viene redactar el trabajo y después lo revisarás. Calcula cuánto tiempo necesitarás para cada "miniproyecto": esto no solo te ayudará a sentir que controlas más todo el proceso, sino que también te dará una idea de cuánto tiempo te llevará hacer el trabajo completo, desde la investigación hasta llegar al producto final.
Elaborar trabajos es todo un ejercicio de aprendizaje, por eso los profesores mandan trabajos a sus alumnos. La mayoría de los profesores no esperan que lo hagas perfectamente tú solo. Hasta los estudiantes universitarios acuden a sus profesores después de clase en busca de ayuda. Si necesitas ayuda, desde la lluvia de ideas hasta la redacción, pasando por la comprensión del material más difícil, no temas hablar con tu profesor. Esa también es su función.