¿Qué son las vacunas antialérgicas?
Las vacunas antialérgicas (o inmunoterapia con alérgenos) pueden ser un tratamiento eficaz de algunos tipos de alergias. A veces se usan para tratar a niños con alergias a:
- elementos del medio ambiente, como el polen, el moho, y los ácaros del polvo
- la caspa de los animales domésticos
- las picaduras de insectos
Las vacunas antialérgicas no sirven para tratar alergias alimentarias.
¿Por qué se usan las vacunas antialérgicas?
Las alergias ocurren cuando el sistema inmunitario presenta una reacción desproporcionada ante sustancias que habitualmente resultan inofensivas. Las cosas o las sustancias que desencadenan reacciones alérgicas se llaman alérgenos. Entre los alérgenos más frecuentes, se incluyen los ácaros del polvo, el moho, el polen, las mascotas con pelo o plumas, las picaduras de insecto y algunos alimentos.
El cuerpo reacciona ante el alérgeno liberando sustancias químicas, una de las cuales es la histamina. Esta liberación puede causar síntomas alérgicos, como resuello, sibilancias (pitos al respirar), dificultades para respirar, tos, congestión nasal y más. Algunas reacciones alérgicas pueden ser graves.
La mejor forma de prevenir o de controlar los síntomas alérgicos consiste en evitar sus desencadenantes (es decir, sus alérgenos). Un alergólogo (un médico especializado en la identificación y el tratamiento de las alergias) buscará las causas de las reacciones alérgicas mediante pruebas dérmicas (en la piel) y análisis de sangre. A partir de los resultados de estas pruebas, los médicos recomendarán un tratamiento, que es posible que incluya la administración de medicamentos y formas de evitar los alérgenos.
Si estas medidas no ayudaran, el alergólogo podría recomendar administrar vacunas antialérgicas.
¿Cómo ayudan las vacunas antialérgicas?
Las vacunas antialérgicas ayudan al cuerpo a desarrollar la inmunidad a alérgenos específicos, con el objetivo de que no le acaben afectando tanto. Las vacunas antialérgicas también pueden ayudar a niños con alergias y asma a tener menos crisis asmáticas.
Estas vacunas contienen una cantidad muy reducida de una forma purificada del alérgeno que está causando las reacciones alérgicas. Los médicos van aumentando progresivamente la dosis del alérgeno a lo largo de los primeros 3 a 6 meses de tratamiento. Esto permite que el sistema inmunitario se vaya adaptando de una forma segura y, así, se vaya haciendo inmune a los alérgenos. Esta etapa del tratamiento se llama fase de inicio.
La dosis segura más alta, al tiempo que segura y eficaz, se convierte en la dosis de mantenimiento mensual que acabará recibiendo el niño. Los profesionales de la salud suelen administrar al niño esta dosis durante un período de tiempo aproximado de 3 a 5 años. La mayoría de los niños irán necesitando recibir menos dosis con el paso del tiempo.
Algunos niños perciben una mejoría en los síntomas alérgicos durante la fase de inicio. Pero hay otros que no mejoran hasta que ya se encuentran en la fase de mantenimiento. Después de recibir vacunas antialérgicas a lo largo de varios años, es posible que algunos pacientes presenten un alivio duradero en sus síntomas alérgicos.
¿Son seguras las vacunas antialérgicas?
Las vacunas antialérgicas administradas por profesionales de la salud preparados y con experiencia son seguras y eficaces. Se pueden administrar a niños de tan solo 5 años de edad.
Cuando un niño recibe vacunas antialérgicas, puede presentar una leve reacción cerca de la zona donde recibe la inyección. Esta puede ocurrir de inmediato o durante las pocas horas inmediatamente posteriores a la vacunación. Es posible que una parte de la piel del brazo ubicada cerca del lugar del pinchazo se le ponga un poco roja, le pique y se le hinche. Esta reacción se puede aliviar aplicando una bolsa de hielo (envuelta en un trapo o toalla) sobre el área afectada y administrándole al niño un antihistamínico.
Las reacciones más generalizadas, como la aparición de urticaria y de picores por todo el cuerpo, son menos frecuentes. Y las reacciones de mayor gravedad, como resuello, respiración sibilante (hacer "pitos" al respirar), dificultades para respirar, inflamación de la garganta y náuseas son muy poco frecuentes. Una reacción alérgica grave requiere tratamiento inmediato. Por eso, los niños que reciben vacunas antialérgicas son observados en la consulta del médico durante los 30 minutos posteriores a la recepción del pinchazo.
Algunos consejos más:
- Las vacunas antialérgicas solo se deben administrar bajo la supervisión de un alergólogo/inmunólogo.
- Si un niño está enfermo, sobre todo si presenta asma o dificultades para respirar, no debe recibir vacunas antialérgicas hasta que el médico le indique que es seguro.
Antes de que su hijo reciba las vacunas antialérgicas, asegúrese de informar con antelación al médico sobre los medicamentos que esté tomando.
¿Cómo puedo encontrar a un alergólogo/inmunólogo?
Pida al médico de atención primaria de su hijo que le recomiende un buen alergólogo/inmunólogo. Si un miembro de su familia o un amigo se está tratando con un alergólogo/inmunólogo, pídale recomendaciones. También lo puede buscar por internet en el sitio web:
- The American Academy of Allergy, Asthma &Immunology (Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología)
¿Cómo pueden ayudar los padres?
Los médicos administran las vacunas antialérgicas utilizando unas agujas más pequeñas que las que se utilizan en la mayoría de las vacunas que se ponen durante la infancia, de modo que son menos dolorosas. De todos modos, a algunos niños les asustan las inyecciones. Una actitud positiva y comprensiva por parte de los padres puede ser de gran ayuda. El tratamiento funciona mucho mejor cuando los padres confían en el tratamiento y trasmiten esta seguridad a sus hijos y cuando se comprometen con el tratamiento inmunológico.
Mientras le pongan la inyección, su hijo puede apretarle la mano, ver un vídeo o distraerse con otra cosa para evitar concentrarse en la inyección.
Entender los efectos beneficiosos de las vacunas antialérgicas y saber cómo funcionan los ayudará, tanto a usted como a su hijo, a aceptarlas como una parte más de la vida cotidiana.